martes, 7 de febrero de 2012

DOPAJE: “¿Le ganó Ben Johnson a Carl Lewis?”

Una vez más el dopaje sale a la palestra. Hace poco tiempo fue el caso de Marta Domínguez; ahora el de Alberto Contador. Pero, seamos sinceros, ¿creemos realmente que se puede ser competitivo a un alto nivel y exigencia sin usar sustancias que son consideradas dopantes? Como dice Peter Singer “es razonable sospechar que las medallas de oro ahora terminan en manos no de aquellos que no utilizan sustancias, sino de quienes tienen mayor éxito en refinar su uso para obtener la máxima potenciación sin ser detectados”. No creo que el siempre polémico Singer exagere. Resulta necesario entender al deporte de élite, y no nos vale ser simples aficionados a la práctica deportiva para criticar lo que sucede en la alta competición. La exigencia del deporte profesional es tal que la frontera entre la élite y la mediocridad es prácticamente infinitésima. Esa sutil diferencia requiere un sobreesfuerzo, mental y físico, y a esos niveles lograr destacar exige un sacrificio que lleva al consumo de cualquier sustancia que pueda ayudar a mejorar, a alcanzar esa pequeñísima diferencia que hace que se pase de ser simplemente uno más a destacar. No nos engañemos, siempre se ha hecho y se hará. En tiempos ya lejanos bastaba con tomar suplementos de glucosa antes de competir, y siendo evidente que no era dopaje, lo cierto es que se buscaba mejorar el rendimiento. Igual que ahora, pero a un nivel tal que nos movemos en la sutil frontera entre lo lícito y lo ilícito. Quizá aquí esté la clave: es dopaje lo que sea ilícito, pero cuántas sustancias que ahora son prohibidas eran permitidas no hace mucho, y al contrario, sustancias que antes no se permitían son ahora de consumo legal.
Es preciso, por tanto, establecer los límites de la seguridad jurídica. Es evidente que a la altura y nivel de investigación científica en que nos encontramos, resulta ridículo que meros jarabes para la tos puedan dar positivo en un control antidopaje. Podemos hacer traslación de la legislación sobre drogas al mundo de las sustancias dopantes. De igual manera que decimos que es sustancia estupefaciente la que aparece en determinados listas, así pasa igualmente con las referidas. Es sustancia prohibida la que aparece como prohibida. Esta tautología implica, aunque parezca que obedece a criterios de objetividad, ser el recipiente perfecto para todo lo contrario. El propio Singer comenta la opinión del profesor de bioética Julian Savulescu, que dirige el Centro Uehiro de Ética Práctica de la Universidad de Oxford y ostenta títulos tanto en el campo de la medicina como de la bioética, ha puesto sobre la mesa una solución radical: deberíamos abandonar la prohibición del usar sustancias que mejoren el rendimiento y permitir a los atletas tomar lo que deseen, siempre y cuando no atente contra su salud.

Algunos argumentan que utilizar sustancias "es contrario al espíritu deportivo", pero es difícil defender la línea actual entre lo que los atletas pueden y no pueden hacer para mejorar su rendimiento.

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